Pronto comprendí que él no debía ser quien estuviera en mi lugar,
porque no te haría eterna, no fomentaría que alcanzaras el cielo.
A pesar de ser tan ajena y mía a la vez, aún en ésta distancia enaltecida,
debías ser eterna, nadie más debería serlo mas que tú.
Le pregunté a Él a mi Señor, le pedí, le rogué, que mandara una señal definitiva,
porque él te alejaba de Él y al alejarte de Él también lo hacías de mi.
El que no comulgaras, y te confesaras, me atormentaba, hacía mella en el destino eterno pero sin ti,
porque aquí no seremos pero en la eternidad deberíamos serlo.
El día que elegiste confesarte, estabas parada junto a mi, me sonreíste, cantamos juntos en mi voz,
y tu prima, sabía que era yo, el innombrable, el que estaba junto a ti, el que colgado de tu mano, te amaba.
Ahora que lo pienso, ese día fue como entregarte, porque Él me concedió lo que más deseaba, aún más que a ti,
que te confesaras que comulgaras.
Y te fuiste, pero seremos eternos, seremos uno en Él para siempre, seremos SIEMPRE, tú y yo.
P.D. sigo colgado de tu mano, y como ya conocí tu hombro, cuando te extraño-que es todo el tiempo- acudo a el, me recargo, para sentirnos, para sabernos, que a la distancia, somos.
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